Fundación Telefónica: un espacio histórico en pleno centro de Madrid

Fundación Telefónica

En pleno corazón de Madrid se encuentra el emblemático edificio de Telefónica. Las plantas tercera y cuarta están dedicadas a las exposiciones temporales que la Fundación Telefónica organiza cada año. María Brancós, Responsable de Exposiciones en Fundación Te1lefónica, nos habla sobre este emblemático espacio y cómo se adapta tecnológicamente para cada proyecto.

¿Cómo es el espacio que tiene Fundación Telefónica para exposiciones?
El espacio cultural para exposiciones tiene muchísimos años y desde siempre se ha ubicado en el edificio histórico de Telefónica en el centro de Madrid, en la calle Gran Vía. Pero desde hace unos años, se hizo una gran reforma en este edificio y se generó un espacio cultural de más de 6.000 m2, con cuatro plantas aunque no todas ellas están destinadas a exposiciones. Una planta es para talleres educativos; también hay un auditorio con muchísima programación que tiene prácticamente a diario conferencias, charlas, etc.; y tiene dos plantas, la tercera y la cuarta, cada una de unos 900 m2, están dedicadas a exposiciones temporales y es donde desarrollamos nuestro programa expositivo. La segunda planta es también para exposiciones pero para la colección permanente de Telefónica, de su patrimonio tecnológico.
Esas plantas son como una “caja blanca” y dependiendo del proyecto se hace un planteamiento museográfico totalmente ad hoc, teniendo en cuenta tanto las potencialidades como las limitaciones del espacio. Tienen el gran potencial de ser un espacio absolutamente diáfano, aunque con las columnas originales del edificio histórico de los años veinte; y esto permite generar un espacio totalmente pensado para cada exposición, que se diseña totalmente teniendo en cuenta sus necesidades y las de la historia que queremos contar. Como comentaba, también tiene algunas limitaciones: una de las más grandes, a nivel de implementación audiovisual y tecnológica, es la altura, porque es un techo de 3,60 metros.

¿Quién realiza este planteamiento museográfico que comentas?
Para cada exposición, y dependiendo del proyecto, conformamos un equipo de trabajo bastante grande. Dentro del propio equipo de la Fundación hay distintos perfiles y profesionales con diferente formación, porque los proyectos que hacemos cada vez requieren más diversidad de especialización y de un equipo de trabajo que tenga conocimientos muy distintos. Ya no es suficiente solo el conservador y el comisario, que son las figuras tradicionales de un proyecto expositivo. Ahora, hace falta un diseñador o arquitecto del espacio, un museógrafo, gente muy experta en tecnología, en interacción… en un montón de cosas. Formamos un equipo de trabajo que en parte es de la Fundación, que se encarga de trabajar contenidos y el briefing del proyecto; y que también incluye otras personas, además del diseñador y museógrafo mencionados, como el comisario de la exposición y un equipo de asesores para contenidos y herramientas. Por ejemplo, si la expo es muy compleja, solemos tener a alguien que hace la coordinación y el análisis de la implementación tecnológica. Por supuesto también tenemos que contar con el equipo de montaje, el de producción… pero estos son equipos externos.

Ahora mismo tenéis dos exposiciones en las que los elementos audiovisuales tienen bastante relevancia. Una de ellas es Color, estrenada un poco antes del verano. La definís como un recorrido no solo artístico, sino también científico y tecnológico para descubrir qué es el color.
Realmente, ahora mismo las dos exposiciones que tenemos en el espacio son bastante ejemplares del tipo de programación que solemos hacer. Una es una exposición en la que presentamos un artista que utiliza la tecnología como herramienta para generar su trabajo, que es una línea de actuación que tenemos en la Fundación y que ejecutamos con frecuencia. En este momento es la de Joanie Lemercier, Paisajes de luz (finalizó en septiembre). Y Color es otra de las grandes líneas de la programación de la Fundación, que corresponde a exposiciones muy centradas en temas divulgativos, con gran relevancia social y de interés para una gran variedad de público. Nos interesamos muchísimo por exposiciones que conectan conocimiento de distintas disciplinas, es decir, que no sean exposiciones exclusivamente artísticas o científicas o tecnológicas, sino que aborden temas que mezclen todas estas áreas. Porque pensamos que algo muy característica de la cultura digital es precisamente el cruce de conocimientos. La exposición de Color nos permite justamente esto: hablar del color desde la ciencia, la física, desde la tecnología y las últimas innovaciones, porque hay muchísimas líneas de investigación sobre el color en campos muy diferentes como por ejemplo la inteligencia artificial, la farmacología, la psicología o la astrofísica. Por supuesto también en el arte y en la cultura el color es absolutamente esencial. Realmente el color nos parecía un tema muy positivo y muy vital y que puede ser atractivo para personas de intereses muy diferentes, que es otro aspecto relevante para nosotros. Y esto es lo que podemos ver en Color, un fenómeno que todos conocemos y que se explora desde distintos puntos de vista.

 

 

Desde el punto de vista técnico ¿ha sido una exposición difícil de montar?
Hace muchos años estábamos muy centrados en exposiciones de fotografía y tenemos una colección muy importante. En un momento dado hacemos un giro porque entendemos que, como Telefónica, tenemos que enfocarnos en cuestiones muy relacionadas con la revolución y transformación digital y abordar las humanidades más en clave de sociedad digital. En ese punto cambiamos totalmente la programación que estábamos haciendo y empezó a ser mucho más complicado el proceso de producción de las exposiciones. En primer lugar porque los temas son mucho más complejos. En segundo, porque abarcan muchísimos más puntos de vista sobre un tema concreto y es mucho más difícil encontrar gente que sea especialista en tantas disciplinas y por eso cada vez tenemos que hacer equipos más grandes. Y en tercer lugar, para nosotros el contenido sigue siendo esencial de cualquier proyecto, la excelencia en el contenido para nosotros es algo irrenunciable, pero también sabemos que tiene que ser una exposición en el siglo XXI y por ello entendemos que aunque el contenido debe ser el tronco, la manera en como lo exponemos es muy importante. Y es entonces cuando los proyectos se vuelven muy complejos. Color ha tenido la misma dificultad de otras exposiciones que estamos haciendo, pero sí es más compleja que una tradicional al uso. En ella combinamos contenidos habituales en una exposición convencional, como por ejemplo piezas históricas, con una presentación más de este siglo y más atractiva para una persona joven que visite la exposición. Tenemos por ejemplo una primera edición de un libro de Isaac Newton, en el que teoriza sobre el haz de luz, y lo que hemos hecho es generar una instalación a su lado con prismas transparentes con un vídeo mapping que muestra un haz de luz a través de los prismas para ver cómo se divide en siete colores. Es decir, la joya bibliográfica que estás viendo, que tiene valor en sí misma, está acompañada de una herramienta museográfica muy atractiva porque está planteada en un lenguaje muy contemporáneo y que ayuda a comprender mejor, y de una manera más inspiradora y seguramente más accesible para mucho público, lo que cuenta este libro.
Esta operación la hemos hecho en varias piezas de la exposición y sí supone un reto, tanto para ver cómo plantear esas piezas tecnológicas de forma que tengan sentido y enriquezcan la exposición, y también porque implican un desarrollo tecnológico.

¿Qué otro tipo de experiencias audiovisuales hay en esta exposición?
Hay, por ejemplo, toda una sección dedicada a las cartografías. En el estudio del color existe la necesidad de realizar cartas de color que a lo largo de la historia se han mostrado en forma de ruedas de color, dibujos en libros históricos, etc. En la exposición, estos elementos van acompañados de animaciones que son proyecciones al lado de la pieza que ayudan a comprender lo que propone cada teoría del color.
Hay también una pieza muy importante dentro de la exposición, que ocupa una parte grande del espacio, que la hemos realizado con Onionlab, un estudio de Barcelona que se dedica a temas de creación audiovisual. Se trata de una gran instalación inmersiva que está basada en una experiencia de la Universidad de Barcelona y la Universidad de Lausanne y que investiga la relación del color y las emociones. Para esta pieza se han diseñado unas experiencias con paletas de colores en las que los visitantes, a través de su móvil, pueden indicar qué emoción o estado de ánimo les sugiere cada una. Este tipo de interacción, a través del móvil, ha sido un punto importante dentro de la exposición porque con todo el tema del covid teníamos que ver cómo replanteábamos la interacción del público. Además, con este tipo de experiencia generamos una base de datos que completan los propios visitantes.
Ahora con el control de aforo el número de visitantes no es el mismo, pero nuestras exposiciones duran seis meses y al final solemos tener alrededor de 150.000 visitantes en muchos casos, así que se genera una base de datos y unos resultados que son interesantes.

 

 

Entonces trabajáis con diferentes equipos externos dentro de la misma exposición…
Así es. Por ejemplo esta última instalación, como te he comentado, la hemos realizado con Onionlab y la del video mapping que acompaña al libro de Newton y las cartas de color las han hecho WOT Design & Video Studio. Cuando montamos una exposición trabajamos o bien con artistas o bien con estudios creativos, a los que se les encargan piezas concretas que tienen una función específica dentro de la exposición, aunque siempre con margen y flexibilidad para la creatividad de las propuestas.

Una exposición muy diferente es la de Joanie Lemercier, Paisajes de luz, ¿verdad?
Así es. Nuestra programación está muy enfocada a la cultura digital y a la tecnología, pero hay tres líneas de acción dentro de nuestras exposiciones. Podemos utilizar la tecnología como herramienta de interpretación, para conectar conocimiento; tenemos también muchas exposiciones que reflexionan sobre temas relevantes de la cultura digital, como la inteligencia artificial, la robótica o los algoritmos; y una última línea de programación en la que presentamos la obra de un artista que utiliza la tecnología para desarrollar su trabajo. Este último caso es el de Joanie, un artista que viene de experimentar con el vídeo mapping cuando esta técnica apenas era conocida y que fue incorporando poco a poco a sus obras de arte.

El equipamiento audiovisual para estas exposiciones suponemos que lo alquiláis ¿es así?
Tenemos algo de equipamiento audiovisual propio en la Fundación, como proyectores, reproductores multimedia… pero el grueso de lo que necesitamos lo alquilamos. Trabajando con artistas tan punteros los equipos se quedan obsoletos muy pronto y además ellos quieren un equipamiento concreto que satisface sus necesidades de una determinada manera, de forma que para dos artistas distintos no vale el mismo proyector, por ejemplo, porque buscan efectos y características distintos. Así vimos, que por la naturaleza de su propio trabajo, cada artista necesita trabajar con un equipamiento muy particular.

Para adaptaros a la actual situación sanitaria la interacción es a través del móvil para no tocar superficies… ¿qué otras medidas habéis llevado a cabo?
Antes teníamos el acceso libre a las exposiciones, el visitante podía entrar en el momento que quisiese, cosa que nos gustaba mucho, esa espontaneidad para ver la exposición cuando uno quisiese nos parecía muy buena. Para poder abrir el espacio de nuevo tras el cierre provocado por el covid en marzo de 2020, pusimos la reserva de entrada con horario específico. Y aunque nos dio pena perder esa libertad que antes decía, por otra parte nos parece que ahora el visitante tiene la garantía de una visita y una experiencia más agradables porque estábamos ya en una cantidad de público que llegaba casi al tope y ahora, al tener menos gente en sala, la experiencia ha mejorado. Así que al final, el resultado es positivo.

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