IA en las aulas

Elena González-Blanco es Doctora en Filología Hispánica y Máster en Sistemas de Información por la UC3M, además de docente e investigadora en las universidades de Harvard, Bonn, UNAM, King’s College, UNED, IE Business School…
Durante el desarrollo de su trayectoria profesional profundizó en las tecnologías del lenguaje y su procesamiento natural, y ahora es una de las personas que más sabe sobre inteligencia artificial aplicada al lenguaje.
Con amplia experiencia en el mundo de la lingüística y las humanidades, acaba de lanzar como cofundadora las herramientas Clibrain y Clidrive, proyectos que usan la IA para optimizar la productividad; en esta entrevista con AV Integración, Elena González-Blanco nos acerca su opinión acerca de la integración de la IA en el aprendizaje y el mundo educativo.

 

Lidera un proyecto de investigación del CE, Posdata H 2020, que busca que la poesía esté disponible online como lenguaje de programación o haciéndola accesible a las computadoras. ¿Es esto aplicable al mundo educativo? ¿De qué manera?
Sí, es aplicable; al final, lo que conseguimos fue desarrollar la tecnología para que entienda mejor cómo interpretamos la poesía y cómo la utilizamos, especialmente en lengua española. Y aquí hay dos cuestiones innovadoras y muy importantes: una tiene que ver con la estructura del idioma español porque en inteligencia artificial, a pesar de que lleva una andadura muy grande y un desarrollo enorme, aún existe una brecha enorme entre los resultados en inglés y los resultados que tienen otros idiomas.

En el caso del español, la diferencia de interpretación es notable y las aplicaciones están muy atrás en este sentido. Nos esforzamos mucho para que funcione bien con el idioma español y específicamente en el ámbito de la poesía, porque las pocas soluciones que se habían hecho eran para el inglés.

La segunda cuestión tiene que ver con que no existe tecnología para mejorar, entender o recomendar el contenido de ámbitos como, por ejemplo, la música latina, que está en el segundo puesto de géneros musicales más escuchados a nivel mundial y presenta unos porcentajes de crecimiento enormes.

Así, lo que parecería una tarea evidente y necesaria, todavía está muy atrás en el campo de aplicaciones reales para el uso de las discográficas o de los usuarios. En ese sentido, todo lo que hemos hecho a nivel de algoritmia se puede aplicar a la educación también, porque todo lo que enseñamos a nuestros niños en la escuela, todo lo que son tradiciones literarias, poemas, enseñanza o incluso formas de escribir o formas de hablar… todo puede ser procesado por estos algoritmos, que han mejorado la situación para tener mejores resultados en español; igual que lo aplicamos al ámbito musical, también lo podemos aplicar al de la educación.

 

Parece que existen muchos avances en el uso de la inteligencia artificial en cuanto a docencia y en cuanto a aprendizaje…
… Y ahora mismo también en cuanto a generación, porque el salto que ha dado en los últimos meses la IA ha sido no solamente en cuanto a análisis, sino que el proyecto nos hace capaces de generar canciones a partir de otras canciones; por ejemplo, podemos pedirle que mezcle tres autores y que saque una composición que sea distinta.

Esta capacidad de nueva generación hace que tengas mucho más juego: sobre la base del análisis, que es fundamental, podemos generar un montón de aplicaciones mucho más divertidas para el usuario. Se nos ocurrieron muchas herramientas: por ejemplo, puedes seleccionar una canción y pedirle a la inteligencia artificial que le cambie la letra conforme a una serie de patrones o que la adapte a una temática determinada.

Por ejemplo, puedes hacer una parodia de tu oficina de trabajo y para ello pedirle a la aplicación de IA: “oye, compón una canción que siga x patrones con x personas y x temática”, y de ahí salen cosas bastante interesantes.

 

¿Existen límites en la aplicación de la inteligencia artificial en las aulas, es decir, el mundo educativo se plantea algún límite deontológico, la creación de guidelines o algún tipo de intervención o limitación al uso de esta nueva tecnología?
Esta pregunta, más allá de estar en boca de todos, es muy oportuna porque creo que ahora mismo lo que falta es muchísima más formación en el ámbito educativo, pero no solamente en cuanto a la inteligencia artificial, sino en relación con cualquier tipo de tecnología.

La tecnología evoluciona muy rápido y en este momento está acelerando su ritmo de evolución de forma exponencial. Y el problema es que los ‘formadores’ no están preparados a veces para poder enseñar esta tecnología —ni los padres a nuestros hijos ni muchas de las personas que al final están impartiendo este conocimiento—. Al final, no se trata solamente de la inteligencia artificial, sino del uso que se hace del ordenador, de internet, de las redes sociales y de todas las herramientas al alcance de una generación nativa digital que no necesariamente conoce los peligros que pueden implicar, el alcance que tiene una foto en internet o la repercusión de un contenido falso o no falso, incluso generado o no por inteligencia artificial. Esto es una cuestión de responsabilidad en el uso de la tecnología del ser humano; desde mi punto de vista, tendemos a echarle la culpa a la tecnología cuando la culpa la tiene la estupidez humana.

Para mí, la cuestión central es educar, formar y concienciar en el buen uso, en saber discernir la información veraz de la falsa y cómo verificar una fuente de información, más que castigar o culpar a la propia tecnología de haber hecho un uso inadecuado.

Por ejemplo, si un usuario con acceso a información confidencial la sube a internet, sea ChatGPT o cualquier plataforma, sabe que está incumpliendo normas de privacidad que no debería incumplir. Culpar de esto a la tecnología es una toda una falta de responsabilidad.

 

¿Qué aplicaciones, además de las mencionadas, podría tener la IA en Humanidades?
El ámbito de aplicación es prácticamente infinito. Ahora mismo, el área que está empezando a funcionar bien es la de volcar textos a voz y viceversa, de voz a texto. Al final son dos tecnologías distintas: una, la de la voz, que convierte ondas sonoras a texto escrito, y otra es la de procesamiento del lenguaje, que procesa caracteres alfanuméricos para interpretarlos desde una máquina. Esto ha evolucionado a pasos agigantados en los últimos meses, y se ha convertido en una de las áreas prioritarias. El lenguaje hasta ahora no era el foco de la IA porque no terminaba de funcionar bien, y menos fuera del ámbito angloparlante.

Así, el ámbito de aplicación se ha hecho inmenso porque los humanos hablamos y nos comunicamos en todas las lenguas. Todas las áreas de conocimiento están sintiendo esta transformación, que es aplicable a toda actividad donde haya texto susceptible de ser interpretado y ayudado por la inteligencia artificial, ya sea Humanidades, Literatura o Filosofía…

Lo que vemos en el mundo de la docencia y del aprendizaje es que se tiende a abusar de preguntar a estas herramientas sobre nuestro conocimiento. Y tenemos que tener en cuenta que la IA no es un ser que ha inventado una realidad diferente, sino una máquina que se ha entrenado con una serie de datos, que interpreta los datos ya existentes. Es necesario entender bien cómo se organiza esta tecnología para saber qué tipo de información consultamos y que, al final, no todo el conocimiento humano está introducido en el sistema.

Es necesario comprender bien cómo funcionan estas herramientas porque sirven para aumentar muchísimo la productividad. Por ejemplo, nosotros en Clibrain, la empresa de IA que acabamos de lanzar, hemos creado una herramienta que se llama Clicall, que sirve para coger todas las conversaciones que tenemos en un call center y hacer una interpretación de los datos recabados.

Clicall nos permite escuchar, en lugar de diez conversaciones, mil a la vez y poder detectar clientes insatisfechos o saber cuántos agentes no han avisado al cliente de que la llamada iba a ser grabada y por tanto han incumplido una norma que protege la privacidad. Gracias a esta herramienta podemos detectar muy rápido ciertos comportamientos o problemas, y una persona sola no podría hacerlo.

Aún hay tareas que necesitan del contacto humano, pero la máquina nos ayuda muchísimo, porque nos permite centrarnos en detectar exactamente cuáles son esos cinco clientes de los que nos tenemos que ocupar personalmente.

Es necesario ver qué posibilidades tiene una máquina de ganar escala, de ganar volumen y de poder agilizar una búsqueda y reducir el tiempo en gran medida, para enfocarnos en lo que realmente es importante como humanos a la hora de arreglar un problema. Esto, trasladado al mundo de la enseñanza, se podría hacer igual.

De hecho, para nuestros empleados tenemos una plataforma que se llama Clichat, a la que pueden subir sus archivos y hacer consultas sobre la documentación que manejan. El empleado sube los contratos de un cliente, le dice a la herramienta “oye, búscame en cuántos contratos se menciona que la cláusula X tiene un periodo de validez de 30 días”, y obtiene la información de inmediato, ahorrándose tres horas de trabajo.

Imaginemos la cantidad de horas de trabajo no productivo que esta herramienta puede ahorrar a las personas y a los negocios, por extensión.

 

¿Sería necesario un cambio de paradigma educativo para introducir la inteligencia artificial en los planes de estudio?
El sistema educativo tiene que actualizarse y no solo por la IA, sino porque vivimos en un mundo en el que cada vez vemos que el mercado tiene más fluidez, que las capacidades importantes son las capacidades transversales, que la tecnología es un ingrediente básico estudies lo que estudies —y además requiere formación a lo largo de toda la vida—y que conocer diferentes idiomas, saber hablar en público, leer y escribir correctamente, tener pensamiento crítico y un cierto entrenamiento de trabajo en equipo… son capacidades básicas que son necesarias, independientemente de a lo que te dediques.

 

Todos lo hemos visto, primero con Midjourney, luego con ChatGPT… los profesores denuncian que sus alumnos no desarrollan el pensamiento abstracto y que las redacciones las hacen con ChatGPT, y los ilustradores claman que la IA les va a quitar trabajo… ¿Hay alguna línea de actuación para evitar la sustitución del desarrollo intelectual de los alumnos? ¿O entendemos que hay funciones que recaerán en la inteligencia artificial y los alumnos habrán de centrarse en otras?
Creo que tiene que cambiar la forma de enseñar. No hay que prohibir las nuevas tecnologías y aplicaciones desarrolladas, sino enseñar a usarlas. La IA puede ser muy interesante para hacer un muy buen trabajo de investigación, para documentar un trabajo escolar, pero no puede ser un sustituto de una tarea que se ha encomendado a un alumno.

Entrevista BITAM Sho
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