Adentrándonos en el mundo de la “Exposición Espectacular”: “The Pink Floyd Exhibition” con Sold Out

Área de exhibición de The Pink Floyd Exhibition

El 13 de mayo de 2017 abrió sus puertas en el Victoria and Albert Museum de Londres “Pink Floyd: Their Mortal Remains”, un apasionante recorrido de la historia del conjunto británico impulsado por los tres miembros de la banda que siguen con nosotros (David Gilmour, Nick Mason y Roger Waters) y el prestigioso diseñador Aubrey “Po” Powell del colectivo artístico “Hipgnosis”. Firmando la producción original, Michael Cohl de Concert Productions International.

La exposición muestra en orden cronológico la trayectoria de la formación, finalizando con su reunión para el evento benéfico Live 8 en 2005. Memorabilia única y un impresionante despliegue audiovisual acompaña a los espectadores en este viaje hacia el corazón de la reconocida banda de rock psicodélico. Desde el 10 de mayo hasta el 15 de septiembre, “The Pink Floyd Exhibition” llega al espacio 5.1 de IFEMA de Madrid. Sold Out ha sido la compañía impulsora de esta “exposición espectacular”, como ellos mismos la definen, y Alberto Bravo (Partner y Production Director), el interlocutor designado para ayudarnos a descubrir todos sus detalles.

Un artículo de Sergio Julián

Promotores de conciertos, eventos de theatrical, producción de festivales como el FIB de Benicassim, Sónar Galicia, Utopía, SOS… La labor que Sold Out ha desarrollado durante los últimos 25 años le vincula de una manera muy cercana a la tecnología. En su ADN, la inquietud, la búsqueda de la innovación y, por supuesto, la música.

Paralelamente a todas estas actividades, la empresa ha desarrollado una línea de exhibiciones que fue inaugurada con “Bodies: The Exhibition & Body Worlds” y continuada con propuestas como “Superdeportivos: los mejores coches del mundo”, “David Bowie is”, “Game of Thrones: The Exhibition”, “Harry Potter: The Exhibition”, “Jurassic World: The Exhibition” o “Banksy: Genius or vandal?”. Todas ellas comparten unas características comunes que Alberto Bravo nos detalla: “No son exposiciones al uso, sino que están enfocadas al público general; tienen un punto de vista que va más allá del arte”. En todas ellas, la tecnología es un elemento vertebral: “Entendemos estas muestras como un espectáculo que quiere llegar a un público general sin perder, por supuesto, su concepto cultural. ¿Qué ocurre? Hoy en día la integración de los espectáculos con los sistemas audiovisuales es espectacular. De hecho, no se concibe ningún show de música, ningún evento corporativo o del estilo sin una gran dotación de elementos audiovisuales. Está pasando lo mismo con las exposiciones”.

Escenografía de The Division Bell, álbum de Pink Floyd, en su exhibición

El público general busca entretenimiento, fin que puede llegar mediante la búsqueda de lo espectacular, de lo llamativo. La tecnología juega un papel muy relevante en este ámbito y, de hecho, Alberto reconoce que, a la hora de escoger las exposiciones por las que apuestan, este siempre es un elemento a tener en cuenta: “El audiovisual te lleva a que el espectador se vea mucho más inmerso en el elemento tangible”.

“The Pink Floyd Exhibition” nació, al igual que “David Bowie Is”, pensada para el Victoria and Albert Museum de Londres. Sold Out, por tanto, ha tenido que hacer un esfuerzo de adaptación al Espacio 5.1 de IFEMA, el cual ellos mismos han impulsado y gestionarán durante 2019 y 2020 (fechas prorrogables si interesa a ambas partes): “Las dificultades de la adaptación de estos montajes son dos: una, tienes que crear un espacio que cumpla las características de la museografía, donde se exponen objetos como fotografías, manuscritos, carátulas, diseños de escenografías. La otra es el ámbito audiovisual, ya que te obliga a tener una infraestructura técnica para dar cobertura a todo lo que precisa”.

El esfuerzo ha sido considerable: solamente esta exposición precisa de 130 puntos de rigging en el que se sostiene un espectacular sistema de iluminación. A eso hay que sumar todos los trusses, diferentes espacios expositivos, decenas de monitores de diferentes tamaños que muestran imágenes al espectador durante las exposiciones… Al final, según Alberto, “la exposición se comporta casi como un concierto de rock”, aunque hay que sumar la “complejidad añadida de que no deja de ser un espacio con características de museo, con unos límites de humedad, de temperatura, unos sistemas de detección contra incendios…”

El proceso de preproducción de la exhibición duró entre tres y cuatro meses. A lo largo de este periodo, se organizó el diseño de la exposición y se adaptó el espacio a Madrid, teniendo en cuenta la ubicación de elementos clave como los accesos, las zonas de entrega de los sistemas de audio, merchandising. Al mismo tiempo, debía favorecer los flujos de público.

Escenografía de las giras de Pink Floyd

La adaptación de espacios ha implicado en “The Pink Floyd Exhibition” una distribución nueva que, al mismo tiempo, respeta el guión expositivo de la propuesta. Con respecto al montaje, este se llevó a cabo en solo 15 días, durante los cuales tuvieron que convivir todo tipo de profesionales. Para nuestro interlocutor, este fue uno de los mayores retos a la hora de plantear la exposición.

Nada más cruzar las puertas del Espacio 5.1 nos encontramos un amplio hall en el que ya podemos divisar diferentes hinchables que recrean el universo de Pink Floyd. Nos hace olvidar desde el primer momento que vamos a presenciar una exhibición museográfica: nos adentramos en algo diferente. La iluminación se presenta desde el primer momento como un aspecto fundamental para lograr esa tan deseada inmersión. Alberto nos cuenta que se ha trabajado en dos líneas: “La primera es muy museográfica, utilizando focos muy concretos para recortar correctamente los elementos expuestos: tienes que crear volúmenes pero también hacer que la atención del espectador vaya a un punto. La segunda es la espectacular: con ella, se consigue que los ambientes que se generan puedan ser similares a un concierto de Pink Floyd. Se utilizan materiales de iluminación del mundo de los espectáculos”.

Un elemento innovador y rompedor es el sistema Sennheiser guidePORT, compuesto de un receptor y unos auriculares. No es un elemento opcional, sino un recurso tecnológico que forma parte del núcleo de la exposición y llega incluido con la entrada. Según nos acercamos a una fuente de vídeo, el sistema adopta su señal de audio con un suave fade in/out. El usuario no tiene que interactuar continuamente con el sistema para escoger qué quiere escuchar: sucede de forma automática.

Alberto nos cuenta más detalles: “El sistema funciona mediante una línea WiFi a 2,4 GHz: esa es la banda en la que cada uno de los receptores va tomando la información que necesita. El sistema te da la programación de audio: palabras, música; cualquier elemento sonoro que se relacione con lo que estás viendo. Es automático: se activa en función de las zonas por las que va pasando. Funciona por un sistema que se inventó hace muchos años llamado hilo radiante. Es algo que se utilizaba, por ejemplo, con los pinganillos de traductores: cuando tú pasabas por una zona que tenías un hilo de radiación de frecuencia en el suelo, tu pinganillo captaba lo que estaba emitiendo ese hilo de radiación y tú escuchas al traductor”.

Montaje representando The Wall de Pink Floyd

Si bien ese es el sistema básico, la tecnología de Sennheiser está mucho más desarrollada: “”Bajo la moqueta hay un hilo radiante, tipo cinta radiante, que delimita las zonas de tránsito y las de interacción. Cuando el espectador se acerca a esa zona, la petaca detecta que está cerca y activa el programa sonoro asignado. Cuando se separa, el sistema también lo nota”.

Alberto considera que la experiencia con este sistema es “fantástica” y que “evidentemente es una opción de futuro”. Además, aporta nuevas opciones que carecen las audio guías tradicionales: “La calidad de audio no está restringida a lo que se suele ver en los museos, sino que llega más allá: cuando escuchas música, tiene una calidad razonable. No es una súper calidad, ya que los auriculares tienen que ser livianos, ligeros y de fácil reposición, pero es muy aceptable. Poco a poco se irá desarrollando para todas esas exposiciones en las que el componente audiovisual inmersivo sea básico para entender la exposición”.

Lo audiovisual no se queda en lo meramente experiencial, sino que también incluye un componente interactivo a través de tres estaciones de trabajo en la que el espectador tiene la ocasión de remezclar “Money”, corte incluido en el LP ‘The Dark Side of the Moon’ de 1973. Frente a él, la recreación de una pequeña mesa de mezclas con la que puede elegir en cada momento si activa el sonido de la caja registradora, la voz, las guitarras o el bajo, entre otras pistas; y el vídeo promocional de la composición dispuesto en tres grandes pantallas.

Esta atracción funciona como un sistema de grabación en un disco duro. La canción se encuentra en reproducción en bucle con todas las pistas funcionando a la vez, pero puedes silenciar algunas a tu elección. Según Alberto, “es como si tuvieras un Pro Tools; que no lo es, pero como si lo fuera”.

Zona destinada a The Dark Side of the Moon en The Pink Floyd Exhibition

El elemento más inmersivo de esta exposición espectacular es la “Performance Area”, la guinda final de nuestro recorrido. Por primera vez, se pide al visitante que se quite los auriculares del sistema de guía. Al cruzar la puerta, se encuentra de un ambicioso montaje que busca hacerle partícipe de la experiencia de un concierto de la banda mediante el uso de luces, pantallas y audio inmersivo. Concretamente, podrán “asistir” a la última actuación de David Gilmour, Roger Waters, Richard Wright y Nick Mason en el previamente mencionado Live 8. La canción escogida es una remezcla especial de “Comfortably Numb” que utiliza la tecnología de sonido AMBEO 3D de Sennheiser.

“Lo que escuchas es un sistema de audio completamente circular” – nos comenta Alberto -. “El sonido llega en un radio de 360 grados en el plano horizontal y vertical. No es solo un sistema de “izquierda y derecha”, sino que recibe todos los planos sonoros. Por supuesto, cuenta con sus unidades de sub graves situados estratégicamente para conseguir una respuesta omnidireccional de los graves que complemente el sistema circular de sonido”. Alberto, si bien no tiene a su disposición el dato exacto de puntos de emisión, calcula que son en torno a doce (más los subgraves).

En el plano visual, se pueden ver tres proyecciones de gran formato que provienen de equipos Panasonic. Se distribuyen en 180 grados “para que el espectador, cuando mueve la cabeza, no pierda la sensación de espectacularidad desde el punto de vista de lo audiovisual”. “Volvemos al punto de partida: lo que se ha pretendido es que, dentro de los límites de una exposición y de los espacios disponibles, el espectador pueda sentirse inmerso”, apunta Alberto.

Las exposiciones espectaculares seguirán siendo parte fundamental de Sold Out. La compañía ya tiene “muy avanzada” la programación del espacio 5.1 hasta el año 2020 y no cierra las puertas a continuar trabajando en esta línea durante los años venideros: “Todo serán exposiciones de una línea sumamente interesante, que no solo muestren el arte, sino también otras cosas. En Sold Out seguiremos haciendo cosas que nos gustan, que tengan calidad y, sobre todo, estén pensadas para el espectador. Tenemos muy claro que son los que pagan nuestros sueldos, así que tenemos que seguir haciéndolo de la mejor manera que sabemos”.

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